La glicina, por su configuración molecular, siendo un aminoácido aquiral, es detectado por nuestras papilas gustativas como una sustancia 'dulce', siendo un aminoácido, y no teniendo nada que ver con azúcares, ni carbohidratos ni edulcorantes sintéticos.
Se podría decir que la glicina pura es un 'edulcorante proteico' ya que es un aminoácido natural con sabor dulce.
El poder endulzante de la glicina se calcula en 1,5 veces la potencia endulzante de la sacarosa (azúcar blanco de mesa), por lo que cada gramo de glicina usada en una preparación sustituye a un gramo y medio de azúcar.
Una forma inteligente de emplearla es en combinación con otros edulcorantes, como la sucralosa, stevia o eritritol; o en sustitución parcial del azúcar en preparaciones como bizcochos, o en bebidas como infusiones.
El sabor dulce de la glicina es sutil y muy limpio, no deja regusto metálico como otros edulcorantes y su perfil (tanto intensidad como duración) de dulzor es similar al del azúcar blanco.
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